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Síndrome de sensibilidad química

El síndrome de sensibilidad química múltiple es la respuesta fisiológica de algunos individuos a una multitud de agentes y compuestos químicos que pueden encontrarse en el medio ambiente (incluso en niveles muy pequeños). Desde metales, pinturas, alimentos, medicinas, productos de perfumería, insecticidas, humos…

La sensibilidad química múltiple o la intolerancia ambiental idiopática generalmente comienza con una exposición severa a una sustancia química durante un corto período de tiempo. A partir de entonces, el organismo de estas personas parece desarrollar intolerancia incluso a niveles mínimos de algunos compuestos (como tinta de periódico, pintura…).

Descrita por primera vez a mediados de los años 80, esta enfermedad provoca síntomas y reacciones muy diferentes, dependiendo de cada persona y su grado de afectación.

Para los afectados por esta «enfermedad ambiental», que según las estadísticas oscila entre el 1% y el 10% de la población, el medio ambiente se convierte en un entorno hostil y sus síntomas (también muy variados) pueden limitar gravemente su calidad de vida y su capacidad de función para trabajar.

La reacción alérgica de tu cuerpo puede manifestarse como dolores de cabeza recurrentes, insomnio, depresión, dificultad para respirar, palpitaciones, náuseas y vómitos, irritaciones de la piel o trastornos más graves como impotencia, diarrea recurrente, taquicardia o hipertensión. Para evitar estos efectos es muy importante comer, utilizar productos de limpieza e higiene corporal, renovar el espacio de nuestro hogar o lugar de trabajo aplicando pinturas, materiales y otros elementos que el Feng-shui puede aportar.

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Para conseguir un hábitat armonioso, saludable y ecológico, es recomendable revisar primero los materiales utilizados en la fabricación de techos, suelos, ventanas, paredes, muebles, etc. Es habitual encontrar materiales altamente contaminantes, muchos de los cuales ya han sido prohibidos en algunos países por su toxicidad o peligrosidad. Es, por ejemplo, el caso del amianto, un mineral cancerígeno de aspecto fibroso que ha sido prohibido en todos los países de la Unión Europea. O los materiales utilizados en tuberías y alcantarillados, marcos de ventanas o cableado eléctrico, generalmente de PVC. O los productos sintéticos utilizados como aislante. O colas y tableros de partículas, que producen durante años vapores tóxicos de formaldehído, especialmente cuando están mojados.

Todo esto tiene remedio. Existen en el mercado cientos de productos ecológicos alternativos, con los que podemos sustituir materiales contaminantes viejos y obsoletos: desagües sin PVC, tableros de aglomerado sin colas tóxicas, aislamientos de fibras vegetales o corcho triturado, etc. Las pinturas, barnices, colas y disolventes que utilizamos habitualmente también son muy contaminantes.

Si pensamos que podemos pasar dos tercios de nuestra vida detrás de cuatro paredes (en casa, oficina, lugares de ocio…), nos daremos cuenta de lo importante que es la calidad de los materiales que nos rodean. Muchas personas sufren alergias, dolores de cabeza o enfermedades respiratorias a causa de estos materiales, ya que los vapores tóxicos no sólo se producen al aplicarse, sino que también persisten en fase gaseosa en el tiempo. Sin embargo, los disolventes, pinturas y barnices “naturales”, que comenzaron a fabricarse en los años 70 y que están cada vez más extendidos, pueden evitar este tipo de problemas y al mismo tiempo ser eficaces y duraderos. Quienes los han probado dicen que son mucho más agradables al tacto, a la vista y sobre todo al olfato.